La descristianización de nuestra sociedad es la causa de que cada vez sean más los jóvenes y personas adultas que no han tenido la oportunidad de conocer realmente la fe, sino una caricatura de la misma. En otros casos, después de haber tenido una instrucción básica de la fe, no ha habido continuidad y no se han recibido los tres sacramentos de la iniciación cristiana, quedándose la persona en un estado incompleto en cuanto a su incorporación a la vida de Dios.
Para estas personas -u otras que estén en situaciones similares-, que sienten una sed de Dios y querrían conocer mejor la fe cristiana e incorporarse a la Iglesia, la parroquia brinda la posibilidad de un catecumenado personalizado. Este catecumenado tiene en cuenta las necesidades concretas de quien lo solicita, y se adapta en tiempo, forma y materiales a las posibilidades reales de quien lo necesita. Según los casos, puede acompañar en este catecumenado un catequista, una religiosa o el párroco.
El objetivo último de este catecumenado personalizado es dar a conocer la vida cristiana para suscitar un deseo de incorporarse a la Iglesia a través de la recepción de los tres sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación y eucaristía), o de aquellos que aún no se hayan recibido.
En la práctica, lo más frecuente son los adultos que en su día no recibieron el sacramento de la confirmación por diversas razones, y que desean recibir en plenitud el don del Espíritu Santo para alcanzar la madurez cristiana a la que no pueden aspirar sin este sacramento.
Por eso, ya desde hace años algunos adultos han ido recibiendo la confirmación en nuestra parroquia después de un período de preparación. Esa experiencia nos lleva a la seguridad de que muchas más personas desearían conocer mejor la fe para incorporarse más plenamente a ella.
No es infrecuente que la consciencia de unos años de lejanía de la fe, la preocupación por la propia ignorancia religiosa, el temor a ser enjuiciados, o la preocupación por cómo será entendido por familiares y amigos, disuada o desanime a algunos a dar el paso necesario para comenzar este camino. Pero la experiencia nos demuestra que, en la medida en que estas personas son fieles a sí mismos y a la necesidad que sienten, encuentran una paz y una luz, que quizá otros que no han vivido esas lagunas en la formación espiritual, o la inquietud de esa búsqueda, no logramos alcanzar.
Si alguien estuviera en alguna de estas situaciones, o en otras similares, no dude en hablar con el párroco para poder buscar juntos un camino adecuado y realista de acercamiento a Dios en la Iglesia. Bastaría caer en la cuenta de que esa inquietud no tiene explicación “natural”, dada la pobreza espiritual de nuestro mundo, si no fuera porque Dios la suscita en el alma. Esa inquietud, y quien la suscita, reclaman una respuesta.
Resumen: La Iniciación cristiana de adultos va dirigida a las personas mayores de 18 años que no han recibido alguno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. El día y la hora del catecumenado se acomoda a las posibilidades reales de quien lo requiere.