La Iglesia siempre ha fomentado que los fieles cristianos se organicen en torno a una devoción, para vivir más intensamente la fe y para ayudarse mutuamente en el seguimiento de Cristo. Esas asociaciones piadosas, aprobadas y fomentadas por la jerarquía, han sido en la historia de la Iglesia un medio eficaz de crecimiento espiritual, de fomento de los sacramentos y de ejercicio de caridad. A lo largo de los siglos, las hermandades han sido fragua de santidad de muchos cristianos, que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor.
Nuestro pueblo es rico en estas manifestaciones de fe. Son varias las hermandades con estatutos aprobados por la Iglesia; a las que hay que añadir otras agrupaciones que, aún sin estatutos aprobados, están fuertemente vinculadas a una devoción religiosa. En total, en nuestra parroquia, son seis las hermandades y asociaciones; y son, para muchos miembros de nuestra parroquia, un medio muy adecuado para preservar y desarrollar su fe. De hecho, seguramente a ellas se deba, en parte, el que la vida religiosa de nuestro pueblo se halla conservado más operante que en otros lugares.