Además de las personas que hacen posible los diversos servicios y actividades de la parroquia (catequistas, encargados de caritas, coros,…) hay una serie de voluntarios cuya actividad es vital para el buen funcionamiento de la parroquia en sí misma; pero, como realizan actividades que son básicas y cotidianas, en muchas ocasiones pasan desapercibidas y no son consideradas en su justa medida.

En este capítulo es muy importante reconocer la labor callada de los que atienden la sacristía, velando por la recta disposición de todo lo que permite una celebración religiosa digna (la limpieza de los vasos sagrados, el lavado y planchado de ornamentos, la colocación de las flores, la organización de procesiones,…).

También en este capítulo hay que destacar la labor que realiza el grupo de limpieza que, de forma callada, realiza una labor imprescindible. También realizan una labor impagable los que forman el equipo de mantenimiento, reparando los desperfectos inevitables del uso frecuente de las instalaciones parroquiales; o aquellos que trabajan para la instalación y correcto funcionamiento de equipos electrónicos e informáticos necesarios para una pastoral actualizada.

También hay que destacar y agradecer el trabajo discreto de las personas que trabajan en el ámbito económico, contando e ingresando las colectas, o llevando la contabilidad parroquial.

Esencial es, también, para la vida de la parroquia, la dedicación que supone la atención al despacho, facilitando los trámites imprescindibles para el correcto funcionamiento de todas las labores administrativas inherentes a una parroquia.

En otro capítulo, nada desdeñable, hemos de recordar a las personas que de una manera generosa colaboran económicamente con el sostenimiento de la parroquia, a través de sus donativos directos, de su colaboración mensual a través del banco, o de otras maneras. La parroquia, como institución material que también es, no podría realizar su función sin estas aportaciones. La crisis ha supuesto a prueba la fidelidad de muchas economías familiares, que han seguido ayudando a su comunidad.

Finalmente, no podemos olvidar que, ante todo, nuestra parroquia es una realidad espiritual, que se sostiene y desarrolla gracias a las oraciones de tantos cristianos de nuestro pueblo que, desde la intimidad de su oración, ofrecen plegarias y ruegos a Dios por ella. Esa colaboración, la más oculta, es sin duda la más imprescindible. Especialmente, hay que destacar a aquellos que respaldan sus oraciones con una vida marcada por la enfermedad o la tribulación. La eficacia intercesora de su vida dolorosamente entregada, además del inmenso valor redentor que tiene, supone un sostén imprescindible para la vida y misión de la parroquia Purísima Concepción de Los Molinos.

Desde esta página aprovechamos gustosamente la oportunidad para agradecer a todos estos colaboradores, y a los demás voluntarios de la parroquia, todo el bien que hacen. Una vez más se manifiesta que nuestra comunidad es un misterio de comunión y de mutuo servicio. En ese sentido, recordemos que los valores del Reino de los Cielos suponen una inversión: el que más sirve, el que más da, es el más grande. Así lo hizo nuestro Señor que no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos (Mt 20, 28).