Lugares de Tierra Santa y sucesos evangélicos

El trabajo de los arqueólogos ha permitido descubrir cómo eran las casas en esta zona de Galilea hace dos mil años: eran cuevas excavadas en la roca con alguna ampliación exterior.

Nazaret era una aldea desconocida para la mayor parte de los habitantes del mundo: un puñado de pobres casas, parcialmente excavadas en la roca, que se arracimaban en la ladera de unos promontorios, en la Baja Galilea.

A unos ocho kilómetros al noreste de Nazaret está Caná. Recostada sobre una ladera y a la derecha del camino que desde Nazaret conduce a Tiberíades. Aquí el Señor hizo su primer milagro.

El monte Carmelo está situado cerca de la costa mediterránea, al noroeste de Israel. Su presencia en la Escritura está ligada especialmente a los santos profetas Elías y Eliseo, origen de la Orden del Carmen y cuna de monjes.

En torno a Tabgha, con sus siete fuentes, sus verdes praderas y sus grandes sombras Jesús se describe a si mismo como el perfecto Bienaventurado: pobre, humilde y puro de corazón.

El lago de Genesaret fue el epicentro del Nuevo Testamento. La presencia del Señor sobre sus, en ocasiones, agitadas aguas, le confiere la condición de único en toda la tierra.

Cafarnaún fue la ciudad en la que Jesús habitó durante su ministerio público. Fue el centro de su actividad evangelizadora. Allí llamó a muchos de sus apóstoles y en esta ciudad realizó muchos de sus milagros.

En medio de la fertil llanura de Esdrelón se eleva al cielo la redondeada silueta del monte Tabor. Allí Jesús, acompañado de Moisés y Elías, se transfiguro ante sus discípulos, para fortalecerles su fe y anunciar su pasión.

Siguiendo el curso del río Jordán llegamos a Jericó, la ciudad más antigua del mundo, y muy cerca de ella, en las margenes del río, Juan predico el bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

En la aldea de Belén vino al mundo Nuestro Salvador. La gruta donde nació se encuentra en la cripta de la basílica de la Natividad. En la noche santa los pastores recibieron el anuncio del ángel y fueron corriendo a ver al niño recién nacido.

En Jerusalén Jesús murió y resucitó de entre los muertos. También escuchó su predicación y contemplo sus milagros. En el cenáculo instituyo la locura de la Eucaristia y nació la Iglesia que, reunida en torno a María, recibió el Espíritu Santo en Pentecostes.

Nos hemos acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del Cielo. Aquí Jesús resucitó al tercer día y ascendió a la Gloria del Padre. No es el final de un viaje o de una peregrinación, es el comienzo de un nuevo camino de misión que conduce al Cielo.

Tierra Santa es la Tierra Prometida, la tierra de Jesús y de María. Pero, ¿qué buscamos al peregrinar a ella? ¿Por qué buscamos las huellas del Señor tan lejos, cuando él vive todos los días a nuestro lado?

Ponemos en común con toda la parroquia algunos de los frutos de nuestra peregrinación. Estos días de gracia nos pueden unir más como comunidad, no sólo a los que hemos participado físicamente, sino a todos los que han participado espiritualmente.