En nuestro mundo lleno de prisas y agobios necesitamos encontrar momentos de silencio. Los ejercicios espirituales ignacianos del puente de la Inmaculada nos permiten encontrar la paz y la luz que sólo Dios puede darnos.

Todos los jueves tienes la oportunidad de adorar al Santísimo expuesto. Crecer en la intimidad y en el conocimiento del Señor mediante la adoración es el mejor servicio que podemos realizar a Dios, a la iglesia y al mundo.

La causa de canonización de D. Alejandro de Castro García, párroco de Los Molinos a comienzos de la Guerra Civil, ha superado ya la fase diocesana y ha sido enviada a la Congregación de la Causa de los Santos en Roma

D. Carlos Osoro, durante la ordenación sacerdotal celebrada en la Catedral de la Almudena, impuso sus manos sobre el nuevo sacerdote de Cristo, nuestro hermano César.

La parroquia es tu casa y tu familia. Si quieres ayudar al mantenimiento del templo y de los locales, a financiar las actividades y apoyar su acción caritativa, aquí te informamos de cómo hacerlo.

Los sacramentos de la Iglesia son signos eficaces que nos otorgan la gracia que Cristo ha conquistado para nosotros en la cruz, y que nos permiten vivir la vida del resucitado ya en este mundo.

Las diversas actividades que se desarrollan en la parroquia tienen como fin hacer presente y construir el Reino de Dios. Necesitamos más manos, porque la mies es mucha y los obreros pocos. ¿Nos ayudas?

Son congregaciones de fieles que se reúnen para ayudarse en el seguimiento de Cristo a través de la veneración a un santo o a una imagen, que les sirve de inspiración y de modelo. Son caminos muy fecundos de espiritualidad.

Amar nuestra parroquia como una realidad viva, sustentada en cristianos que durante siglos han gozado, sufrido y orado en nuestro pueblo, supone conocer su historia, sus edificios, sus vicisitudes.

Aquí podrás conocer mejor los lugares que hemos visitado en la peregrinación parroquial a Tierra Santa. Además, podrás vincularlos con los misterios salvadores que acontecieron en cada uno de ellos.

Los religiosos han elegido a Dios como su única riqueza y se han consagrado a Él en pobreza, castidad y obediencia. La radicalidad de su entrega es un testimonio que nos recuerda a toda la Iglesia que Dios es el único tesoro.